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miércoles, 18 de diciembre de 2013

Dos textos para trabajar en Navidad

Querid@s alumn@s:
Os dejo un par de textos para que trabajéis estas vacaciones.
Recordad: haced las preguntas 1, 2 y 3 de la PAU.  
          1. Señale y explique la organización de las ideas del texto. (Puntuación máxima: 1.5        puntos)
          2.         2a) Indique el tema del texto (Puntuación máxima: 0.5 puntos)
            2b) Resuma el texto (Puntuación máxima: 1 punto)

3. Comentario crítico sobre el contenido del texto. (Puntuación máxima: 3 puntos)
Por cierto, jóvenes, FELICES FIESTAS. 

TEXTO 1
¿España contra España?
¿España contra Catalunya? ¿Catalunya contra España? ¿España contra España?... Poco o nada importa el enunciado que se le ponga si la realidad que esconde lleva el suyo propio: España contra los españoles. Y no de ahora, sino de siempre, sólo que ahora, que la derecha más montaraz vuelve a patrimonializar a calzón quitado el nombre de la patria, y la patria misma, el ensañamiento se antoja insoportable.

Cualquiera puede darse cuenta de que nadie querría irse de España, ni los catalanes, si en ésta gobernara la decencia, la justicia, el respeto al ciudadano, la democracia, la libertad, el decoro, la igualdad, el talento y la cordura. Lamentablemente, lo que rige en ella, lo que la secuestra y la desfigura hasta dejarla irreconocible para sus hijos, es el latrocinio, la jeta, la sirla institucional, la inseguridad jurídica, el nepotismo, el amiguismo, el caciquismo, el clientelismo, la ignorancia, la arbitrariedad, el clasismo más repugnante, la persecución de la inteligencia, la mendacidad, el covachuelismo y la mordida. ¿Quién no querría, si pudiera, irse, siquiera en busca de esa otra España mítica, amable, utópica, que devolviera el amor que se le profesara?

Se atreve Rajoy a hablar de la Constitución, él que tanto conculca sus principios y sus designios, para blandirla como coco, como detente-bala, contra el siroco catalán independentista. ¿De qué Constitución habla? ¿De qué blindadas Sagradas Escrituras? ¿De las que un político incapaz como Rodríguez Zapatero pudo modificar, presionado por los gorilas de la usura internacional, para que las deudas de los ricos las pagaran lo pobres?

Rajoy coge la Constitución, pues leerla no creo que se la haya leído nunca, y no encuentra en ella ningún mandato a los poderes públicos para que no consientan que los españoles pasen hambre, ni frío porque no puedan pagar el recibo-atraco de la luz, pero sí, al parecer, el dogma que impide a los españoles consultarse a sí mismos y responderse lo que les dé la gana.

Aquí no hay más pleito que el que, unilateralmente, provoca el uso y el abuso de España, de la palabra y de la cosa, por quienes poco la aman. Nadie querría marcharse, corriendo como alma que lleva el diablo, si España fuera lo que debiera ser, la suma libre, feliz, de grado, de todos y cada uno de los españoles.
Rafael Torres, Madrid, 14 Dic.
TEXTO 2

Plácida Linero vio entonces el papel en el suelo, pero no pensó en recogerlo, y lo se enteró de lo que decía cuando alguien se lo mostró más tarde en la confusión de la tragedia. A través de la puerta vio a los hermanos Vicario que venían corriendo hacia la casa con los cuchillos desnudos. Desde el lugar en que ella se encontraba podía verlos a ellos, pero no alcanzaba a ver a su hijo que corría desde otro ángulo hacia la puerta.

«Pensé que querían meterse para matarlo dentro de la casa», me dijo. Entonces corrió hacia la puerta y la cerró de un golpe. Estaba pasando la tranca cuando oyó los gritos de Santiago Nasar, y oyó los puñetazos de terror en la puerta, pero creyó que él estaba arriba, insultando a los hermanos Vicario desde el balcón de su dormitorio. Subió a ayudarlo.

Santiago Nasar necesitaba apenas unos segundos para entrar cuando se cerró la puerta. Alcanzó a golpear varias veces con los puños, y en seguida se volvió para enfrentarse a manos limpias con sus enemigos. «Me asusté cuando lo vi de frente ---me dijo Pablo Vicario-, porque me pareció como dos veces s grande de lo que era.» Santiago Nasar levantó la mano para parar el primer golpe de Pedro Vicario, que lo atacó por el flanco derecho con el cuchillo recto.

-¡Hijos de puta! -gritó.

El cuchillo le atravesó la palma de la mano derecha, y luego se le hundió hasta el fondo en el costado. Todos oyeron su grito de dolor.

-¡Ay mi madre!

Pedro Vicario volvió a retirar el cuchillo con su pulso fiero de matarife, y le asestó un segundo golpe casi en el mismo lugar. «Lo raro es que el cuchillo volvía a salir limpio -declaró Pedro Vicario al instructor-. Le había dado por lo menos tres veces y no había una gota de sangre.»
Gabriel García Máquez, Crónica de una muerte anunciada.